Capítulo 2

Una nueva vida

- Muy bien, señor, aguante un poco más. Ya casi hemos terminado. Contuve una sonrisa ante la mueca de concentración del señor Thunder, mientras Peter daba las últimas pinceladas de su retrato. Eché un vistazo a los firmes trazos y la expresión de convicción de mi amigo al dibujar. Sería un gran retratista. A sus veintisiete años, las familias más importantes de Londres ya habían pasado por su humilde estudio. Un estudio que había abierto con gran ilusión hacía unos años, el mismo lugar donde ahora nos encontrábamos. Paseé mi mirada, distraída, por la pequeña habitación, tan sobriamente decorada: un par de silloncitos para las visitas, una bonita mesa de madera tallada llena de bocetos y pigmentos y, sobre todo, muchos ventanales. El juego de luces sobre el retratado era fundamental a la hora de ponerse a pintar. La incidencia de la misma en cada una de las texturas, la forma en que ésta creaba espacios, era el toque especial en la técnica de mi amigo. El comentario de éste me sacó de mis pensamientos. - Te veo especialmente distraída hoy. 
Sí, supongo que lo estaba. Hoy se cumplían cinco años desde el día que cambió mi vida por completo. Habían pasado muchas cosas desde entonces y aquella mañana me había dado por pensar en ellas. Evoqué la llegada a casa de la tía May, lo desorientada que me había sentido y el cariño que ésta y su mayordomo Trevis me habían dado. Tras la fuerte impresión sufrida en el lugar del incendio, tenía miedo de mi misma, de todo lo que hubiese podido ocurrir en mi vida anterior. Solía dar largos paseos por las orillas del Támesis, me gustaba perderme en su rivera. Me hacía sentirme pequeña, me hacía sentir mejor. Lo peor era la llegada del sueño. La pesadilla que tuve por primera vez en la clínica, se repetía una y otra vez cuando éste venía a buscarme. Cada vez que cerraba los ojos, oía esa horrible risa en mi cabeza, persiguiéndome sin descanso. Hablar con May solía aliviarme y, conforme la oscuridad de mi mente se iba haciendo soportable, empezamos a hablar de mis padres. Me gustaba escuchar que ellos habían existido y, a pesar de no poder recordar un solo momento a su lado, casi podía ver la sonrisa de mi madre al mirarme o el reconfortante abrazo de mi padre. May me habló de lo mucho que se habían amado y de lo que habían luchado para conseguir estar juntos. Mi madre, Jane, hija de un rico empresario escocés, se había enamorado de Allan, mi padre e hijo de un humilde carpintero. Su amor les dio fuerzas para escapar juntos pero, el carácter enfermizo de mi madre, les condujo a una vida retirada en las montañas, alejados de todo y de todos. Allí me tuvieron a mí y, según contaba May, habíamos llegado a ser verdaderamente felices. Saber que ellos me habían querido, me daba fuerzas para seguir adelante y no sentirme tan sola. Pero, sin duda, lo que más me apenaba era el pensar en lo que sentirían hacia mí si supieran que su hija, probablemente, ni siquiera los recordaría de nuevo. Con el tiempo, mis heridas cicatrizaron y, con el apoyo de mi tía, fui poco a poco confiando de nuevo en mi misma. Experimenté uno de los momentos más duros a las pocas semanas de vivir en mi nueva casa en la capital, cuando me sentí con las fuerzas suficientes de mirarme por primera vez en un espejo. Recuerdo a May cogiéndome de la mano mientras, lentamente, me asomaba al espejo de la alcoba de la tía. El reflejo que éste me devolvió era el de una chica delgada, de estatura media y piel pálida y ojerosa. Mis ojos eran del color del zafiro y mi cabello moreno caía en cascadas sobre mi espalda. Mi mente no reaccionó en manera alguna, pero yo ya lo esperaba. Aquella niña que me miraba asustada a los ojos era una extraña. En ese momento me juré que jamás volvería a ser así. Crearía nuevos recuerdos. El gran deseo que sentía de volver a llenar mi vacía cabeza, me llevó a descubrir mis dos grandes pasiones. La primera era la lectura. El conocer más de cuanto me rodeaba, sentir a través de los protagonistas de aquellos libros, de los que pronto se convirtieron en mis favoritos, me hacía sentir que no estaba sola, que otras vidas podían ocupar mis recuerdos perdidos. Podía estar enfrascada en la lectura durante horas, imaginando que yo podría haber vivido alguna de esas maravillosas historias. La segunda era la pintura. No había momento que disfrutara más que sentarme junto al Támesis y pintar sus calmadas aguas. Mientras dibujaba, dejaba ir mi mente y, mis manos, parecían moverse solas sobre el lienzo. Me alegró descubrir que mi nueva afición se me daba bastante bien. Me divertía pensar en que había descubierto un talento perdido. Fue junto al Támesis, una tarde en la que intentaba pintar su bella puesta de sol, donde conocí a Peter. Recuerdo que se sentó a mi lado para verme pintar, mientras me hablaba de su gran pasión por el arte y su carrera como retratista. Su simpatía y sus ganas de alcanzar su sueño, llegar a pintar en la corte del rey, me hicieron compañía cada tarde desde entonces. Nos hicimos grandes amigos. En realidad, era el único amigo que había tenido desde que vivía en Londres pues, a pesar del empeño de mi tía en llevarme a visitar a los hijos de sus amigas y asistir a las fiestas que celebraban en sus lujosas casas, mi vida social en Londres se redujo al círculo formado por mi propia tía y mi amigo Peter. Llegué a quererlo como a un hermano mayor. Por ello había aceptado su propuesta de ayudarle en su modesto estudio donde, poco a poco, se había ido labrando su pequeña fama. La verdad es que, si hacía balance de todo cuanto había ocurrido hasta entonces, había conseguido guardar bonitos recuerdos. El vacío de mi mente era bastante más soportable que hacía cinco años. A pesar de seguir teniendo la sensación de que me faltaba algo. Era una sensación extraña, como si no hubiese encontrado mi lugar. Una sensación cada vez más apremiante, agudizada por aquellas escalofriantes pesadillas en las que, por más que corría en la inmensa sala llena de luz en la que resonaba el eco de la horrible risa, lo único que encontraba era el más absoluto vacío. 
- Perfecto, caballero, eso es todo. Podrá recoger su retrato en una semana. 
El comentario de Peter me devolvió a la realidad. Mi amigo se levantó de su banqueta y acompañó al señor Thunder a la puerta. Eché un rápido vistazo a su nueva obra. Como siempre, era perfecta. Oí que la puerta se cerraba y vi a Peter regresar apresurado. 
- Por fin, pensé que no terminaría nunca. 
Le miré divertida: 
- Es la primera vez que te veo quejándote de tu trabajo. 
Mi amigo me devolvió una gran sonrisa, parecía realmente feliz: 
- Tengo una gran sorpresa para ti. Algo que cambiará nuestras vidas. 
Peter solía ser algo teatral, pero aquella vez parecía ir en serio. Con premura, sacó un sobre de la bata que solía ponerse para pintar y, con tanta delicadeza como si el sobre fuese de cristal, me lo entregó. Era una carta que antes de que mi amigo la hubiese abierto, había estado cerrada con sello. Lo reconocí nada más verlo: 
- ¿Una carta del rey? 
- Querida Suzanne, he de anunciarte algo- Peter hizo una interminable pausa. Aquel suspense comenzaba a ponerme nerviosa- El retratista real quiere que vaya a la corte. Ha escuchado hablar de mi pintura y le gustaría tenerme un tiempo como aprendiz. 
- Vaya, Peter. Eso es increíble. Enhorabuena - abracé a mi amigo, tan feliz por la noticia como lo estaba él. 
- ¿Te imaginas, Sue? Yo, aprendiendo del gran retratista real. Podré cumplir el sueño de mi vida.- sonreí ampliamente a mi amigo, compartiendo su alegría pero, a la vez, cayendo en la cuenta de algo. Si Peter se marchaba a la corte, rara vez volvería a verle. Se acabarían los momentos en el estudio y volvería a quedarme sola- Pero no pienses que me he olvidado de ti - Le miré sin comprender y él me tomó de las manos- ¿Cómo iba yo a ser feliz en la corte sabiendo que mi mejor amiga ha vuelto a su aburrida vida en la casita a orillas del Támesis? Así que me he puesto manos a la obra y te he encontrado un nuevo trabajo- esa noticia me pilló totalmente desprevenida, ¿Qué se le había ocurrido ahora a Peter? A pesar de mis reticencias, deseaba oír más- Están buscando a una maestra en la escuela de Oldsense y, ¿a que no sabes lo mejor? Necesitan que des clases de pintura… 
- Espera, espera… ¿Has dicho Oldsense? 
Ese nombre me sonaba, era la villa en la que había nacido Peter. Y estaba en otro país. Iba a replicar ante aquella locura, pero Peter fue más rápido que yo: 
- Incluso te he conseguido alojamiento. 
-¿Qué?- sentí que iba a empezar a chillar. 
-Tranquila, he hablado con mi tía y estaría encantada de que fueras a vivir con ella. Además, así harías compañía a mi hermana pequeña… 
-¿Pretendes que me aloje en casa de tu tía, así sin más? 
-Bueno, ella estaría encantada de que le ayudaras en su tienda de Oldsense de vez en cuando. Así, pagarías el alojamiento con creces. 
Sentí que la cabeza me daba vueltas. Oldsense. Un país nuevo, una villa nueva, una vida nueva que estaba ahí, esperándome. ¿Por qué esta locura me atraía tanto? 
- No sé, Peter. Es todo demasiado precipitado. Mi vida está aquí, junto a mi tía… 
-Tu tía aceptará aquello que te haga feliz- Peter cortó mis débiles contraataques- Además, piénsalo, Sue. Allí nadie sabe quién eres. Sería como empezar de cero, es lo que siempre has deseado. Desde que te conozco, no has dejado de hablarme de tu sueño por encontrar tu lugar en el mundo- Peter me soltó la mano y yo le miré a los ojos- La semana que viene viajaré a Oldsense para despedirme de mi familia antes de trasladarme a la corte y me gustaría que vinieras conmigo. ¿Qué me dices, Suzanne? 
Era la oportunidad que había estado esperando, la oportunidad de encontrar mi propio camino. Mientras el sentido común intentaba ordenar mis ideas, sentí que algo dentro de mí ya había tomado una decisión. 




La embriagadora calma del bosque, el dulce aroma de las flores, el silencio y la quietud de la naturaleza, era el bálsamo más fascinante que mis sentidos hubieran experimentado nunca. Nuestro coche de caballos caminaba a buen ritmo entre la espesura, y al sentir aquellas sensaciones pensé en lo diferente que era este paisaje a todo cuanto conocía hasta entonces. La bulliciosa Londres, el ir y venir de cientos de personas, me había sobrecogido desde el principio. Tanto ruido aturullaba mi vacía cabeza. Pero en ese momento, escuchando tan solo las ruedas del carro al moverse, me sentía tranquila. Pensé en la tía May, en lo mucho que me hubiera gustado compartir ese momento con ella, en lo mucho que le agradecía todo lo que había hecho por mí durante aquellos años. Sentí cierto pesar al recordar el momento en que le había comunicado mi decisión. Ella me había mirado extrañada cuando la tomé de la mano y le pedí que se sentara en su hamaca favorita de la bonita sala de té de la casa de Londres. Me senté a su lado y la miré a los ojos, intentando encontrar las palabras que menos daño le causaran. 
- Tía, tengo que contarte algo. Peter ha recibido una carta de la corte, el retratista real quiere tomarlo bajo su tutela. 
- Eso es maravilloso, mi niña. Tiene que estar muy contento- yo sonreí, compartiendo el sentimiento de mi tía. Ella siempre había sentido gran simpatía hacia mi amigo. Pero la alegría no llegó a mis ojos y May lo notó- Aunque supongo que para ti ha sido un duro golpe, tendrás que verle con menor frecuencia… 
- Eso no me preocupa. Sé que Peter me escribirá y que vendrá a verme siempre que pueda. - Y también tendrás que dejar el estudio.- esa vez, May había dado con el punto clave, lo leyó en mi mirada
- Sé lo mucho que te gustaba pasar las mañanas en ese estudio, pero no te preocupes. Seguro que podemos encontrar otra ocupación. Además, sabes que no es decoroso que una señorita como tú… 
- En realidad, tía, ya sé lo que voy a hacer ahora- la expresión recelosa de May volvió a aflorar en su rostro, dándome el instante que necesitaba para tomar aire- Peter me ha encontrado un puesto como profesora de pintura en una escuela. Su tía se ha ofrecido a acogerme, me dará alojamiento, y a él le haría muy feliz que hiciera compañía a su hermana pequeña… May me cortó, con un gesto de su mano: 
- ¿Has dicho alojamiento? - En Oldsense- tomé de la mano a mi tía y le miré a los ojos
- Y me haría muy feliz que me dieras tu aprobación para poder ir. La pobre mujer me miró con tal mueca de incomprensión que me hizo pensar por un momento que mi idea era una estupidez. May se levantó, dando por zanjada nuestra conversación. Antes de que pudiera salir, yo ya había visto el brillo de su mirada: mucha tristeza, pero también resignación. Sabía que mi partida le causaría daño, pero yo lo necesitaba. Había estado esperando una oportunidad como esa desde hacía cinco años. Y ella lo sabía. 
 - Sue ¿en qué estás pensando? Pareces triste. 
Dejé que mis pensamientos volvieran al presente y enfoqué el rostro de Peter, que me miraba preocupado desde el asiento opuesto al mío en el coche: 
-Estaba pensando en mi tía. Me duele hacerle sufrir. Peter me sonrió, con cariño: 
- Ella sabe que estarás bien. 
Ahora es momento de que empieces a pensar en ti misma. Ten cuidado, mi pequeña, y recuerda que siempre estaré aquí, esperándote. Reviví el abrazo de May sus ojos intentando contener las lágrimas antes de verme partir. Pase lo que pase, no olvides nunca quien eres. Me estremecí, sin poder evitarlo. 
- Supongo que tienes razón. Peter se recostó contra el asiento, relajándose, y yo devolví mi atención al hermoso paisaje que se veía tras la ventanilla de la cabina. Conforme avanzábamos, la espesura del bosque crecía cada vez más. 
-Estamos a punto de atravesar la frontera- anunció Peter- Di adiós a tu querida Gran Bretaña y saluda a la bella Ittalanda. 
Ittalanda. El país al que nos dirigíamos compartía frontera con el reino de Gran Bretaña por el oeste. Ittalanda sería una isla un poco más grande que Irlanda si no hubiese sido por el pequeño cabo que atravesaba el mar y conectaba ambos países. Era el mismo cabo que nuestro coche cruzaba en ese momento. Podía oír el murmullo de las olas chochando contra los acantilados que había más allá de la espesura del bosque que estábamos cruzando. Y era precisamente ese pequeño cabo lo único que mantenía unidos a ambos países. Su enemistad con el Reino Unido de Gran Bretaña, así como el rechazo del resto del continente hacia Ittalanda, eran de sobra conocidos. Me asaltó la curiosidad. 
- Peter, háblame de Ittalanda, ¿es cierto que el rey inglés quiere cerrar las fronteras? 
Mi amigo se incorporó, con ciertas reticencias, reflexionando con gravedad mis palabras. 
- Bueno, no creo que lleguen a tanto. En realidad, Ittalanda nunca ha ofendido a nadie. Supongo que es su organización política y sus peculiares creencias lo que mosquea tanto a sus vecinas- miré a Peter, atenta, escuchando más acerca del que sería mi nuevo hogar- En realidad, Ittalanda no es un país como Gran Bretaña. Su forma política es más bien una confederación de estados. De tres, concretamente. Cada uno de ellos representado por lo que nosotros llamamos “Los Tres Lores”. Podríamos decir que son los tres reyes del país. Uno por cada estado- Peter hizo una pausa para tomar aire- A la hora de actuar en relaciones internacionales, los Tres Estados y los Tres Lores se unen bajo la nación de Ittalanda. Nosotros nos dirigimos al estado del norte, a Verlionen. 
-¿Es en Verlionen donde está Oldsense? ¿Es como una especie de capital? 
-No, en los Tres Estados Confederados de Ittalanda no hay nada parecido a una capital. Todas las ciudades son pequeñas villas, ninguna destaca sobre otra. Es una especie de pacto no escrito para mantener el orden y la armonía. Los dos valores más importantes de mi país- Peter disimuló una sonrisa antes de continuar- Aunque puedo presumir de que es en Oldsense donde reside el Lord de Verlionen- puso una mano en su pecho, simulando un arrebato de patriotismo- He de decirte que Ittalanda es distinta a cuanto puedas imaginar, quizás son sus peculiaridades las que hacen recelar a los demás países. 
-¿A qué te refieres con peculiaridades? ¿Hablas de esas creencias que has mencionado antes? Peter devolvió su atención al paisaje antes de continuar: 
- Sus creencias, su modo de vida, el país en sí. Todo es diferente a cuanto conoces hasta ahora- sonrió y señaló hacia el cristal- lo mejor será que lo compruebes por ti misma. Deseosa de conocer el lugar al que nos dirigíamos, miré hacia el exterior. 
El bosque parecía haber ganado un par de metros en altura. Cientos de arboles que no conocía y plantas de indescriptibles colores crecían allá donde podían extender sus ramas, en una carrera infinita por alcanzar el cielo. Los rayos del sol se filtraban entre las inmensas hojas, creando un ambiente mágico. Pero lo más exquisito de aquella naturaleza salvaje era el aroma, una mezcla de romero, vainilla y menta envolvía el ambiente. Sonreí, mientras dejaba que la suave brisa de los arboles que se colaba por la ventana, revolviera mi cabello. 
- Bienvenida a Ittalanda. 




Aquella noche, nuestro viaje se detuvo en una pequeña aldea en la frontera entre Ardara, comarca del suroeste, y Verlionen, nuestro destino. Estaba tan fascinada por el paisaje que habíamos atravesado desde que habíamos cruzado la frontera, que lamentaba incluso cerrar los ojos al parpadear, por miedo a perderme un solo instante de aquel paraje. Tal y como Peter había dicho, Ittalanda era distinto. Un país lleno de bosques imposibles, con una vegetación tan bella y luminosa, llena de unos colores tan vivos, verdes, rojos, azules, violáceos o amarillos, que tuve que hacer un serio esfuerzo por retener cada detalle en mi memoria. A lo largo del viaje, era extraño encontrarse con alguna villa, como si el hombre se hubiese adaptado a vivir entre aquel maravilloso espectáculo de vida, allí donde éste le dejaba espacio, sin perturbarlo. Como si el respeto a aquella obra de la naturaleza fuese más importante que su propia comodidad, al contrario de lo que había pasado con los hombres que vivían más allá de ese mágico país. Pero la maravilla de ese espectáculo no terminaba, ni mucho menos, en su belleza. A través del cristal de nuestro coche, contemplé embelesada cómo los arboles, desafiando las leyes del mundo conocido, crecían hasta alturas insospechadas, como si nunca llegasen demasiado alto, parecían haberse propuesto alcanzar el cielo. Las flores, de dimensiones inimaginables, decoraban de colores que desconocía cada rincón del bosque y los ríos y cascadas que pudimos contemplar rebosaban del agua más cristalina que había visto nunca. Si creía que el bello bosque perdería su encanto cuando los rayos del sol dejaran de iluminarlo, estaba muy equivocada, pues la luz de la luna llenó de más magia y delicadeza cada rincón del hipnotizante paisaje. Asombrada por tanta belleza, por la fragilidad que los rayos de luna despertaban en el bosque, como si cada árbol hubiese sido creado uno a uno con exquisito cuidado, descubrí que el camino se iluminaba a la luz de unas sublimes flores blancas que resplandecían en la oscuridad de la noche, heridas por los rayos de luna. Lamenté mucho que nuestro cochero tuviese que parar a descansar al llegar a una aldea. Como todo en Ittalanda, esa aldea había sido levantada en perfecta armonía con la naturaleza. Pequeñas casitas de madera se erigían allí donde los arboles dejaban un espacio de tregua. Nos alojamos en una humilde posada, regentada por una amable pareja que nos recibió como si nos conociera desde siempre. Pudimos darnos un baño caliente y sentarnos en el modesto comedor ocupado por otro viajero procedente de Irlanda. La cena fue realmente agradable y, tras terminar, la posadera nos acompañó hasta una pequeña salita donde poder disfrutar de nuestra última noche antes de llegar a Oldsense. 
-¿Necesitan algo más? ¿Puedo ofrecerles alguna cosa? 
-Muchas gracias, está todo perfecto- contestó Peter a la amable propuesta de nuestra anfitriona. 
- Que la Diosa os proteja. 
Me sorprendió su contestación, pero antes de que pudiera preguntar, la posadera abandonó la sala. Me acomodé en uno de los amplios sillones y sonreí. Me sentía como en casa. 
- Peter, gracias por haberme traído aquí. Este país es tan hermoso. Es como entrar en el escenario de un cuento de hadas. Peter sonrió, agradecido, y contento de verme feliz
-No entiendo por qué se desprecia un lugar así, sea cual sea su forma política. 
-Sue, la política por sí sola no es la que mueve el mundo. Hay algo tan poderoso como las motivaciones políticas, incluso más preocupante y peligroso para el reino inglés. 
Recordé nuestra conversación anterior, la despedida de la posadera y comprendí: 
- ¿Te refieres a la religión? 
-Ittalanda está muy lejos de compartir las creencias cristianas. De hecho, esta cuestión es tan temida por las altas esferas que se intenta mantener “apartado” el tema del conocimiento público. 
En aquellos momentos, me alegré de tener un amigo nacido en Ittalanda. Conocer más acerca de este fascinante lugar, llegar a comprender cómo habían alcanzado esa admirable forma de vida, me tenía hipnotizada. Mi amigo se puso recto sobre el asiento, demasiado concentrado, intentando buscar las palabras adecuadas para responder a mi pregunta y que yo lo comprendiera. 
-Para hacerlo más simple, digamos que, en lo básico, Ittalanda comparte con el cristianismo que una fuerza Todopoderosa creó el universo y la Tierra- yo asentí a su explicación, animándole a continuar- Los cristianos llaman Dios a esa fuerza y la identifican con el género masculino. En Ittalanda, esa fuerza se concibe con sexo femenino, identificando la creación del universo con el parto de una madre. Su nombre es Gea, Madre de todas las cosas. -cambié la postura sobre el sillón, mientras escuchaba atentamente a Peter- Dicen que la soledad de un mundo infinito, llevó a Gea a engendrar a sus hijos. Dio a luz a dos bellos gemelos: la Princesa de la Luna y el Príncipe del Sol. Eleath y Leath.- Peter hizo un gesto con sus manos, reforzando su discurso- Así, durante el día, el valiente Leath protege a los humanos de todo mal y durante la noche, la bella Eleath vela por el sueño de todos nosotros. Intenté asimilar todo lo que Peter me contaba. Era bastante chocante: 
- ¿Creen que ellos existen en realidad? 
- Fervientemente. Así como en otras muchas historias que nacen de la principal. En cada uno de los Tres Estados Confederados, o Comarcas, como se las conoce en Ittalanda, se da importancia a uno de los protagonistas, cada uno adora a uno de los dioses de la Tríada. Por ejemplo, en la Comarca de Beldosia adoran la valentía de Leath y creen que sus altas temperaturas son la bendición de sus rayos. En Verlionen, sin embargo, adoran a Eleath por encima de todo.-asentí, intentado recodar aquel detalle del que sería mi nuevo hogar- Eleath es una Diosa caprichosa y voluble. Se cree que desafío a la madre Gea y descendió una noche a la Tierra. Dicen que quedó tan enamorada de los bosques que, contradiciendo las órdenes de su madre de no abandonar nunca el mundo de los dioses, desciende a Verlionen una noche cada año a velar por el sueño de los mortales. 
- Es una historia preciosa. 
- Puede que, desde el exterior, todo esto se asemeje más a un cuento que a la realidad. Pero para Ittalanda es la historia de sus orígenes, lo que les guía cada día y da sentido a todo. Es algo así como la Biblia para los cristianos – mi amigo me miró, intentando adivinar si estaba siguiendo su historia- La verdad es que la devoción de Ittalanda hacia sus dioses y la naturaleza, obra de Gea, es digna de admiración. 
Asentí, comprendiendo: 
- Has hablado de la Biblia, ¿tenéis vosotros también algún tipo de libro sagrado? 
-No, nuestras creencias se transmiten oralmente de generación en generación, entre nosotros. A veces alguien recoge por escrito las creencias locales. Tampoco tenemos iglesias ni nada que se le parezca- Peter sonrió al ver mi estupefacción por saber de la existencia de una cultura tan distinta.- Sólo existen Tres templos en todo el país, uno dedicado a cada Dios de la Tríada, uno en cada Comarca, construidos de forma que si se pudieran observar desde el cielo veríamos que se sitúan en las tres esquinas que formaría un triángulo equilátero. El templo más al norte es el que pertenece a Gea, la Diosa Madre, corona el vértice superior del triángulo. Es en los templos donde se consagran los sacerdotes de nuestro credo, encargados de velar por las creencias de nuestro pueblo, aunque suelen llevar una vida apartada, retirados entre los muros de los templos.- me sorprendió aquella información, me costaba asimilar que todo lo que estaba escuchando existiese de verdad– Por ello la figura más importante es la de los Tres Lores. Son algo así como los reyes de Ittalanda, nuestro punto de referencia y, viendo los recelos ingleses, los encargados de mantener a salvo nuestra cultura.- entreví cierto recelo en la mirada de mi amigo, por primera vez orgulloso de pertenecer a Ittalanda.- Europa no quiere saber nada de nuestros dioses, pero la verdad es que las gentes de Ittalanda no quieren tampoco compartir algo tan íntimo con el exterior. Se consideran algo así como los elegidos por la Diosa Gea y los continuadores de su leyenda. Había escuchado a Peter con toda mi atención puesta en cada una de sus palabras, intentando creer en todo lo que me decía. La tía May era cristiana declarada, pero la verdad era que yo hasta entonces no me lo había planteado en serio. Había tenido muchas otras cosas en las que pensar. 
-Dime, Peter, tú eres de aquí y hablas de ello con verdadera devoción, ¿crees que de verdad es real? 
Peter no dudó ni un instante antes de responder: 
-Las creencias de mi pueblo son fascinantes y te puedo asegurar que tendrás oportunidad de vivirlas en primera persona. Es todo cuanto conocen.- mi amigo suspiró, como si le costara confesar lo que pensaba- Pero yo he salido de Ittalanda, he vivido muchas cosas. Saber si son o no ciertas… supongo que es algo de lo que nunca podré estar seguro. 
Fascinantes. Sí, desde luego lo eran. Era demasiado apetecible el creer en ellas al sentirme en el escenario de un mundo como aquel. Esa noche, como en todas las demás, la odiosa pesadilla volvió a buscarme. Pero, esta vez, algo había cambiado. La sala blanca había desaparecido, ahora corría a través del bosque. Sentí la necesidad de encontrar lo que buscaba más acuciante que nunca, como si estuviera muy cerca. Mientras mis pies se movían rápidos sobre la espesura, una risa escalofriante se elevaba hasta el cielo. A la mañana siguiente, Peter y yo nos levantamos temprano, deseosos de terminar con nuestro viaje. Nos llevó un par de horas atravesar el paso entre unas altas montañas, asaltadas por el bosque, que servía de frontera entre Ardara y Verlionen para enfilar el último tramo de nuestro viaje. Era evidente que habíamos dejado atrás la Comarca de Ardara, no sólo por el increíble bosque que ahora contemplábamos, más hermoso aún que el del día anterior, sino por el horrible tiempo con el que nos recibió la Comarca del Norte. La lluvia caía con tanta fuerza que apenas se podía apreciar el paisaje. Era un espectáculo hermoso, aunque teñía de cierta tristeza el ambiente. Me sorprendió la fuerte diferencia dentro del mismo país, como si fueran dos mundos completamente distintos. Verlionen estaba cargada de triste magia. Mi mente aún no podía asimilar que aquel lugar fuera real. 
- Ya estamos cerca- anunció Peter, tan ansioso de llegar como lo estaba yo- Tengo muchas ganas de ver a mi hermana, hace mucho tiempo que no la veo. 
Sonreí, ante el cariño que denotaba la voz de Peter. A pesar del tiempo que habíamos pasado juntos, no sabía demasiado de su vida: 
- No me has hablado mucho de tu familia. 
Peter me miró, sorprendido por mi pregunta. A pesar de lo que yo pensaba, él no parecía dar demasiado interés a la pregunta: 
-La verdad es que no hay mucho que contar. Como ya sabes, nací en Oldsense. Mi padre murió antes de nacer mi hermana y mi madre al darla a luz, hace diez años.- la sonrisa de Peter había desaparecido, recordar a sus padres había hecho que sus risueños ojos brillaran de tristeza- Quedamos al cargo de la hermana de mi padre, mi tía Morgan. Yo decidí marcharme de Oldsense cuando mi hermana cumplió dos años, buscando cumplir mi sueño como retratista. Así fue como acabé en Londres. 
- ¿Por qué no te llevaste a tu hermana contigo? 
- Prudie era muy pequeña. Cuando llegué a Londres no tenía nada que ofrecerle- mi amigo sonrió con nostalgia, recordando.- Voy a verla siempre que puedo, y suelo pasar en casa varias semanas en invierno. Además, ella sabe que puede venir a vivir conmigo cuando quiera. Pero su sitio está en Oldsense. Ella es feliz con la tía Morgan y ésta la quiere como si fuera su propia hija.- intenté imaginar a la hermana de Peter, preguntándome si compartirían la misma sonrisa- Y no les va nada mal en Oldsense. Morgan abrió hace un par de años una tiendecita de ropa y complementos, con su propio taller de costura. Una “Boutique”, como dice ella. Le da un aire parisino - Peter hizo una mueca, burlándose del nombre- Le está yendo bastante bien, y mi tía es conocida en la Comarca como una de las mejores modistas del país. Prudie está encantada estrenando un vestido nuevo todos los días.- sonreí ante la expresión de Peter. 
Supuse que no le gustaba nada que consintieran de ese modo a su hermana. Escuchar a Peter hablar de su familia, hizo despertar en mí cierta nostalgia, un sentimiento que me recordó a mis primeros días en Londres. 
- Te envidio, Peter.- mi amigo me miró sin comprender- En el buen sentido, claro está.- me miré las manos, cruzadas sobre mis piernas, bajando la mirada, luchando por controlar mis sentimientos- Tienes todo cuanto he deseado tener en estos últimos años. Todo por cuanto lucho ahora. Tienes una familia maravillosa a la que querer, recuerdos que compartir con ellos, un hogar al que volver- suspiré, anhelando de nuevo aquello que me había sido arrebatado hacía cinco años- Ojalá yo pueda tenerlo algún día. 
Peter me tomó de la mano con cariño. Ese gesto siempre me reconfortaba. 
- Puedes quedarte con mi hermana, si quieres. A veces no me importaría compartirla. Comprenderás lo que te digo cuando veas lo pesada que es- la broma de mi amigo me devolvió en parte los ánimos- Estoy convencido de que conseguirás lo que te propongas y puede que mucho antes de lo que te imaginas. 
En ese momento, oímos un ruido fuera del coche. Dimos un respingo y el cochero abrió la ventanilla que comunicaba el pescante con nuestra cabina: 
- Señorito Gray, señorita Howard, ya hemos llegado al condado de Oldsense. 
Con el corazón a punto de salírseme del pecho, me apresuré a mirar por la ventana para contemplar por primera vez mi nuevo hogar.

18 comentarios:

  1. Genial, sigue poniendo capítulos, cada vez está mas interesante. Ojalá te publiquen el libro me encantaría leerlo entero. Animo y mucha suerte.

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    1. Muchas gracias de nuevo, Marisa.
      Ojalá podáis leerlo entero algún día ;)

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  2. ¡Como se está poniendo esto de interesante!. Por cierto me ha encantado la entrevista que te han realizado en "my favorite books". Muestras un ilusión envidiable. Muchísimo ánimo porque estoy seguro que lo conseguiras.
    Gustavo.

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  3. Muchísimas gracias, Gustavo.
    Estoy segura de que con la ayuda de personas como la administardora de myfavouritebooks,que se ha volcado con toda su ilusión en Delirio, algún día podré cumplir un sueño ;)

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  4. Me encanta, esa sensación de querer leer más y más..., este libro promete. ¡Enhorabuena! Preciosa entrevista con Bells, tus palabras están llenas de valiosos sentimientos. Esperando YA el siguiente capítulo.
    Ana.

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    1. Muchísimas gracias, Ana :)
      Me alegro mucho que te gustsra la entrevista. Me hizo mucha ilusión poder contestarla y me alegra compartirla con todos vosotros.
      Espero poder haceros llegar muy pronto nuevos capítulos.

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  5. Delirio me sigue enganchando,te reitero mi enhorabuena, tiene todas las trazas de ser un libro precioso. Animo y suerte.

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    1. Muchas gracias, Martina.
      Me alegro mucho de que el segundo capítulo te haya gustado :)

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  6. Me ha encantado la descripción de Ittalanda y como mezclas países reales con uno inventado y lo mejor de todo la religión que rinde culto al sol y la luna, que me recuerda a las creencias wiccan. Espero el tercer capítulo. De momento me gusta y MUCHO.

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    1. Muchísimas gracias de nuevo ;)
      Me alegra muchísimo ver tu ilusión por esta historia.
      La verdad es que desconocía a los wiccan pero investigaré sobre ellos :)
      La semana que viene colgaré el siguiente capítulo.

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  7. Tengo que reconocer que me ha encantado! Sólamente al leer el prólogo ya me gustó tu forma de escribir, tan dulce, fijándote en los detalles. Y la historia me enganchó y quise saber más. Pero al terminar este segundo capítulo estoy convencida de que será una buena historia, que quiero seguir leyendo porque vale la pena. Espero con nervios el tercer capitulo. Saludos!

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    1. Muchísimas gracias, Roses (y gracias por unirte a seguidores;))
      Me hace mucha ilusión que te guste mi forma de escribir (algo por lo que me preocupo especialmente cuando escribo). Estoy deseando saber qué te parecen el siguiente capítulo (lo colgaré esta misma semana).

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  8. ¡Hola! He visto tu comentario en mi blog y después de leer tanto el prólogo, como los 2 primeros capítulos, sólo me queda decirte ¡Enhorabuena!
    Escribes maravillosamente. Evidentemente todavía te queda pulir un poquito el texto para eliminar faltas de ortografía y demás, pero sinceramente me ha encantado :-D.
    Estoy deseando saber como continua la historia.
    Y cuenta con mi apoyo por supuesto. A ver si para la semana que viene puedo dedicarte una entrada en mi blog.

    1 besote y mucha suerte
    muakk

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    1. Muchísimas gracias, Celiazal.
      Me hace muchísima ilusión que te haya gustado el comienzo de Delirio. Gracias de verdad por hacerte seguidora y querer colaborar con este sueño desde tu blog ;)

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  9. Hola, gracias por el aviso. Ya me hago seguidora, desde luego con esos primeros capítulos, no nos puedes dejar así, con la intriga. cuelga alguno más. En cuanto tenga un rato lo anuncio en mi blog a ver si se pasa más gente. Y espero que tengas suerte

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    1. Muchas gracias, Sandra.
      Colgaré el próximo capítulo este mismo fin de semana (y alguna otra sorpresa ;)).
      Muchas gracias además por querer ayudarme a través de tu blog. Esperemos que así más gente pueda conocer esta historia

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  10. Después de leer el segundo capítulo solo puedo decir: adoro Ittalanda!!!
    En cuanto pueda me lanzo a por el tercero!!
    ENHORABUENA
    Anuca

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    1. Muchas gracias, Anuca ;)
      Me alegra mucho leer que te gusta Ittalanda;))

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